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viernes, 24 de mayo de 2013

Memorias de un bachiller

Brenda:
Volteando un momento hacia atrás 
Debo decir sinceramente, y aunque se escuche un poco exagerado, que mis primeros dos años de preparatoria fueron en verdad una tortura. Todo empezó porque mi mamá me inscribió a una escuela de paga (siempre había estado en escuelas de gobierno), termine ahí por una larga historia, pero para acortarla diré que no saqué ficha para una escuela que me interesaba y por esa razón tuve que entrar ahí, a la preparatoria Xochicalco, que es una escuela particular incorporada al sistema Cobach, con un ambiente universitario y que ofrece un alto nivel académico.
Al principio no me pareció una buena idea, pero al ver las instalaciones de la escuela pensé que no sería tan malo, ya que eran nuevas, sólo había un edificio de preparatoria de dos pisos, por dentro todas las paredes eran blancas, las puertas eran de madera y había macetas con plantas en algunas esquinas para adornar; se veía que era un lugar muy limpio y cómodo, incluso los baños se veían muy elegantes, impecables, con papel de baño y jabón para las manos (cosa que no hay en una escuela de gobierno). Pero las apariencias engañan.  Durante el tiempo que estuve en esa escuela me sentía incomoda, ya que era un ambiente de alumnos totalmente diferente al que yo estaba acostumbrada así que jamás logré sentirme parte del grupo en el que estaba.
Hasta que por fin me pude cambiar de escuela al Cobach Mtro. Rubén Vizcaíno Valencia al grupo 501.
En mi primer día de clases me sentía nerviosa ya que todos se conocían y yo soy muy tímida para hablar con personas nuevas. Ese día llegué temprano, así que puede elegir en que mesabanco me quería sentar, y elegí el tercero de la primera fila que está enfrente del escritorio.    
Como era nueva no me parecía extraño no aparecer en la lista de asistencia, pero unas semanas después salió la lista oficial en la cual no aparecí y tuve que ir a dirección con una secretaria a arreglar ese problema.
          Días después esa misma secretaria fue al salón y cuando me vio me preguntó:
—  ¿Cómo me dijiste que te apellidas?
—  Bracamontes Coronado—respondí—  
—  Tú no deberías estar en este salón, de hecho desde que entraste deberías estar en el 502. —agregó— 
—  Pero antes de entrar aquí me dijeron que debía estar en este grupo ¿Quiere que llame a mi casa para que alguien venga a arreglar ese asunto? —le pregunté— 
—  No, lo que quiero es que te cambies ya al otro grupo. — respondió— 
—  Está bien. — respondí— 
          Y ahí finalizo la conversación.
          Había pasado un mes desde mi ingreso a esta escuela, y me pareció algo chistoso que estuve todo ese tiempo en un salón que no debía, así que me cambié ese mismo día al otro grupo, lo bueno es que ahí se encontraban unos amigos que ya conocía de hace tiempo, Claudia y Martín, así que pensé que no sería tan difícil adaptarme y no lo fue.
           




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